Qué hermosa noche elegí para morir
con su luna testificando
mi tragedia solitaria y resignada
a través de mi ventana.
Está linda la noche para el final
con la brisa que avanza
y me abraza en los últimos instantes,
con el cielo pulcramente vestido,
brindándome su apoyo compañero
hasta que esta pluma sólo sirva
para encender un poco mi recuerdo.
Suave y silenciosa me contempla
mi amiga consultándome si quiero
viajar libre junto al viento
y aterrizar sobre el dilema que sostengo.
Demasiado bella es esta noche
y sus duendes me acarician sin cesar;
morir será cosa de un suspiro,
mientras tanto, me voy a levantar.