sábado, 24 de marzo de 2007


Nadie afirmó que la pendiente de mi camino hacia tu corazón fuese sencilla, suave y carente de veredas en mal estado. Nada de ello.
Nadie sugirió que mi ascenso hasta tus brazos enamorados tuviesen una recepción inmediata y embriagada de tu innata calidez.
Precisamente por todo ello es que avanzo mi marcha, inclaudicable, con un único destino que porta nombre y apellido.
Por que robaste mi corazón, bendita seas, y me devolvés las ganas de creer que hay algo más que la rutina diaria de trabajo, viajes y diálogos sociales más o menos agradables, aunque carentes de ese amor que, evidentemente, estás totalmente calificada en tu espíritu para brindar a quien te quiera.
Brindo por conocerte. Brindo por crecer junto a vos. Brindo por que te definas hacia la construcción de un futuro mejor, y de a dos.
Para vos, estos humildes conceptos.

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