sábado, 26 de abril de 2008

Desmontes, sojización... 2º y última parte (por ahora)


Soja transgénica: Agricultura sin agricultores

En 1996, en los tiempos de Carlos Menem y María Julia Alzogaray como secretaria de Medio Ambiente, se autoriza el ingreso de la soja transgénica. Hubo promesas de alimentos, trabajo y protección del suelo. A doce años, la realidad es otra.
María Julia Alzogaray, allá por 1996, aseguraba que con la introducción de la soja transgénica se reduciría el consumo de agroquímicos, que ayudaría a reducir el avance de la frontera agropecuaria, y que entraríamos al desafío de una agricultura capaz de proveer de alimentos a una creciente población mundial.
Doce años después, la realidad es otra: la frontera agrícola avanzó sobre los bosques, se aumentó el uso de agroquímicos y nuestras exportaciones sólo sirve de forraje para ganado europeo o asiático.
La soja resistente al glifosato ha cambiado drásticamente el perfil productivo, social y ambiental de la Argentina. Esos cambios se han visto facilitados por la acción del mundo corporativo, la adopción intensa de tecnologías insumo dependientes, una coyuntura internacional y paridad cambiaria favorable, y un Estado virtualmente ausente que permitió la siembra y difusión de la soja transgénica, favorecida por el modelo de labranza conocido como Siembra Directa en un amplio espacio del país.
La soja transgénica, es el principal responsable del crecimiento del consumo de agroquímicos en Argentina. El cultivo demanda alrededor del 46% del total de pesticidas, utilizados por los productores.
El masivo uso del glifosato en soja, ha favorecido la aparición de malezas tolerantes (que ya suman aproximadamente diez y continúan apareciendo) y que estarían indicando el punto de inflexión, de quiebre, en la aparente imposibilidad de existencia – según afirmaban las empresas – de una tolerancia al herbicida.
Al utilizarlo de forma continua en el ecosistema, lo que han favorecido es un importante cambio en el patrón de uso del glifosato, cuyos impactos comienzan a detectarse en Argentina.
El riesgo relativo de contaminación por agroquímicos, se concentra claramente en las áreas donde los cultivos anuales de cosecha como la soja se expandieron con mayor intensidad.
Argentina extrae y exporta junto con sus granos alrededor de 3.500.000 toneladas de nutrientes que, dadas las prácticas intensivas de la agricultura, ya no puede reponer bajo su clásico sistema de rotaciones agrícolo-ganaderas, abonos verdes y largos períodos de descanso, que facilitaban una reposición importante y mantenían el balance por los nutrientes perdidos.
La Argentina debió haber evaluado antes estos impactos derivados de un paquete tecnológico de alta intensidad. Además, el Estado y las empresas promotoras, fueron claramente advertidos de estos impactos por investigadores independientes y organizaciones no gubernamentales tanto del país como del exterior.
En materia agropecuaria y de desarrollo social, Argentina ha perdido el rumbo de protección y fortalecimiento de su Soberanía Alimentaria. Pero, puede decidid cambiar y recuperar el camino perdido.
Es necesario fortalecer el escenario hacia la soberanía alimentaria. La Argentina, rica aún en recursos naturales y recursos humanos, cuenta con todos los elementos para recuperarse rápidamente. Lamentablemente, el modelo de la soja transgénica, ante la falta de las regulaciones oficiales, está reduciendo literalmente la rica diversidad productiva del país.
Para todos, el lamentable ejemplo argentino de reconversión y especialización monoproductiva de los ´90, es un riesgoso modelo a no ser seguido, dados los importantes daños ambientales, sociales y culturales que el país ha sufrido y del que debe salirse rápidamente, promoviendo una verdadera política de promoción de desarrollo agropecuario sustentable, y por ende, con inclusión social total.

Algunas propuestas básicas para la recuperación de la Soberanía Alimentaria desde un profundo sentido de Justicia Social

· Reforma Agraria inmediata, por vía del impuesto progresivo al mayor valor de la tierra libre de mejoras, extirpar el minifundio, el no uso de la tierra o su uso antieconómico y antiecológico, y combatir el latifundio mediante el impuesto y/o la expropiación.
· Intensificar programas viales y de servicios básicos esenciales en las zonas rurales (electricidad, agua, salud, educación, etc.)
· Reducción progresiva de las plantaciones sojeras en el país, hasta su desaparición total. Para ello también se precisa combatir a ultranza los desmontes, y sancionar severamente a las empresas productoras de pesticidas para las semillas transgénicas, tendientes a seguir lucrando con la reproducción del horizonte sojero en la agricultura nacional.
· Reconocimiento de los Pueblos Originarios como legítimos dueños usurpados de las tierras que reclaman.
· Revalorización y protección absoluta de los peones rurales, blanqueamiento del 100% de los mismos e incremento salarial en órdenes móviles que vayan desde un 50 hasta un 150% del salario que cobran actualmente (en algunos casos, los encargados de levantar las cosechas siguen obteniendo un rédito económico muy por debajo de los $1000 mensuales, llegando en algunos casos a estar incluso por debajo de los $600)
· Expropiación de grandes extensiones de tierras en manos de pooles internacionales. Distribución de las mismas entre familias y cooperativas de pequeños productores con escasos recursos financieros.
· Intervención del Estado como “prestador” de tierras confiscadas o terrenos fiscales, por un plazo de tiempo a convenir en el cual se deberán planificar objetivos a corto, mediano y largo plazo para concretar una vez culminados los tiempos pautados.
· Promoción urgente de la re-población de zonas rurales o semi-rurales, gracias a la creación de miles de puestos laborales, hoy imposibilitados de existir por la agro-ganadería a gran escala vía altas tecnologías con escasa mano de obra requerida.
· En tierras cedidas por el Estado, construir grupos agropecuarios cooperativos para orientar productiva y profesionalmente a las familias que habiten y trabajen tales regiones.

La solidaridad a favor de garantizar mayor trabajo para todos en el campo, no viene de la mano de las técnicas empresariales tendientes a la obtención de una mayor rentabilidad en dicho ámbito.

POR QUE LA DISYUNTIVA ES LA MISMA DE SIEMPRE:
¡UN PAÍS PARA POCOS BASADOS EN LAS PENURIAS DE MUCHOS, O UN PAÍS PARA MUCHOS AUNQUE ELLO IMPLIQUE EL DESCONTENTO DE UNOS POCOS!








Fuentes Consultadas:

“Del Granero del Mundo a la Republiqueta Sojera: Por qué estamos en contra del modelo transgénico”, documento emitido por el Foro de la Tierra y la Alimentación, 10/10/2002
“Desmontes S.A.: El norte argentino se queda sin bosques” Revista Greenpeace en Acción, número 48
“Soja transgénica: agricultura sin agricultores” artículo publicado en la revista Greenpeace en Acción, número 47

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